jueves, 7 de mayo de 2009

El que este libre de pecado...







Cuenta la Leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una Luciérnaga; esta huía rápido con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.

Huyó un día, y ella no desistía, dos días y nada.....En el tercer día, ya sin fuerzas la Luciérnaga paro y dijo a la serpiente:

-Puedo hacerte tres preguntas???

-No acostumbro dar ese privilegio a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar...

-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

-No, contestó la serpiente....

-¿Yo te hice algún mal?

-No, volvió a responder

-Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?

-Porque no soporto verte brillar........!

Creo que no hay persona que no se haya topado con una serpiente alguna vez, esa persona que no importa lo que uno haga siempre está encima para burlarse, atacar, criticar o desacreditar los esfuerzos que uno hace y nos preguntamos: ¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?.

Pero escribiendo esto me pongo a pensar, cuantas veces habremos sido nosotros la serpiente sin siquiera darnos cuenta, ¿cuántas veces hemos criticado o nos hemos burlado de alguien que ni siquiera conocemos?, alguien que quizá nunca sepa que existimos pero al que no soportamos ver en televisión, en la parada del bus, en el supermercado...

No hagáis a otros lo que no quieres que hagan contigo... Ok, a veces creemos que tenemos toda la razón del mundo y que eso nos otorga el poder de comernos vivos a personas que al igual que nosotros lo único que buscan es surgir y llevar lo mejor posible (a su manera) este valle de lágrimas.

Es que fulanito es un pedante, es que es un agrandado, ese imbécil cree que es Ronaldo o Messi, es que esa chavala es una gran zorra seguro así consiguió ese trabajo, es que lo que tiene de bonita lo tiene de tonta, no ves que cara de anormal tiene ese mae... Cuantas veces hemos hecho comentarios de esa índole, a cuantos nos gustarían esos comentarios acerca de nosotros mismos.

El que este libre de pecado...

La ventana

Había una vez dos hombres, los dos con enfermedades graves, en la misma pequeña habitación de un gran hospital. Pese a ser una habitación minúscula, tenía una ventana que miraba al mundo. A uno de los hombres, como parte de su tratamiento, se le permitía sentarse en la cama durante una hora por la tarde (algo relacionado con la extracción de líquido de sus pulmones). Su cama estaba junto a la ventana. Pero el otro hombre debía pasar todo el tiempo acostado boca arriba.

Todas las tardes, cuando el hombre que estaba al lado de la ventana se instalaba para su hora, pasaba el tiempo describiendo lo que veía afuera. Al parecer, la ventana daba a un parque en el que había un lago. En él había patos y cisnes y los chicos se acercaban para arrojarles pan y hacer navegar sus barquitos. Los enamorados caminaban tomados de la mano junto a los árboles y había flores y canteros de césped y juegos. Y al fondo, detrás de la hilera de árboles, se veía un espléndido panorama de la ciudad recortada contra el cielo.

El hombre acostado escuchaba las descripciones que le hacía el otro hombre, disfrutando cada minuto. Oía que un chico casi se había caído al lago y qué lindas estaban las chicas con sus vestidos de verano. Las descripciones de su amigo, en definitiva, le hacían sentir que prácticamente podía ver lo que pasaba afuera.

Una tarde muy agradable, se le ocurrió: ¿Por qué el hombre de la ventana debía tener todo el placer de ver qué pasaba? ¿Por qué no iba a tener él una oportunidad? Se sintió avergonzado, pero cuanto más trataba de no pensar así, más quería el cambio. ¡Haría cualquier cosa! Una noche, mientras miraba el techo, el otro hombre se despertó de repente con tos y ahogos, y trató desesperadamente de alcanzar el botón para llamar a la enfermera. Pero el hombre lo observó sin moverse, incluso cuando el sonido de la respiración se detuvo. A la mañana, la enfermera encontró al otro hombre muerto y en silencio se llevaron su cadáver.

Cuando lo consideró oportuno, el hombre preguntó si no podían cambiarlo a la cama que estaba al lado de la ventana. Lo trasladaron, lo instalaron y lo pusieron cómodo. En cuanto se hubieron ido, con dificultad y laboriosamente se incorporó y se asomó por la ventana.

Enfrente había una pared blanca.

5 comentarios:

Gerardo dijo...

Sus post siempre están cargados de enseñanzas, la verdad me cuestiono, cuantas veces he sido luciérnaga, o, serpiente, lamentablemente debo de decir que si he sido ambas.
Y es que los problemas de la humanidad comenzaron cuando el hombre, sustituyo, su esencia por ego, en donde no importan las circunstancias, el sobresalir lo vale, cosa que siempre he tratado de luchar, porque mi filosofía de vida va en contra del egocentrismo.
Sin embargo todos tenemos un grado de egocentrismo, y caemos es ser serpientes.
La ultima historia es brutal, cuantas veces el hombre, ha abandonado a sus homólogos por la envidia, cuantas guerras, cuanta sangre, en esta historia queda visto desde una manera genial.
Muchas gracias por el post, muy bueno, nos leemos, cuídese mucho!!!

XOXO: TICO SOCIAL

*°·.¸¸.° Heidy °·.¸¸.°* dijo...

Me encantan las luciérnegas, y cuanto he deseado ser como una de ellas, pero... cuantas veces tambien he sido serpierte??

Excelente post Rony !!

Anónimo dijo...

Cuando uno ve a una modelo la critica,pero cuando es uno el que tiene a una modelo en la familia se siente orgulloso de ella.

Cuando un amigo se compra un carro lindísimo, uno se pregunta cómo lo hizo y hasta trata de bajarle el piso, si puede; pero uno a diario está viendo los anuncios en el periódico deseando tener la misma oportunidad.

Entonces, aunque cueste, uno tiene que aprender a disfrutar de la alegría del otro.

Por otro lado, Napoleón decía que demostrar envidia era manifestarse como una persona inferior. ¡Qué palabras más sabias!

Gama dijo...

Como siempre buenas enseñanzas. Saludos!!!

Ale dijo...

Hermoso!